
Premio de Arquitectura de Castilla y León 2020-2021
La XII edición de este premio de arquitectura ha estado marcada por la pandemia de la COVID-19 con trabajos realizados en 2020 y 2021.
En 2002 echa a andar el “Do Tank” ELEMENTAL liderado por el arquitecto chileno Alejandro Aravena. Esta oficina multidisciplinar muestra una especial sensibilidad por el perfil más social de la arquitectura, entendido como un factor de cambio que pueda otorgar mejoras en las condiciones de habitabilidad de amplios sectores de la población.
En el ámbito académico, Aravena ha desarrollado su carrera como profesor de la Universidad de Harvard, plataforma desde la que ha desarrollado sus teorías. En 2016 se le otorgó el Premio Pritzker de Arquitectura por su compromiso con la sociedad civil, su activismo y la reorientación del papel tradicional del arquitecto, como profesional a servir mayoritariamente a necesidades sociales y humanitarios.
A principios del siglo XXI surgió un interés inmobiliario en el entorno costero de Los Vilos, Chile. Se propuso a las principales escuela de arquitectura del país la cooperación en lo que sería un ejercicio deliberativo de carácter académico pero con ejecución material. Así surgió la idea de Ochoalcubo, que se basaba en impulsar 8 etapas de 8 casas de fin de semana (cada una diseñada por un arquitecto). El resultado final sería 64 proyectos de arquitectura, donde los arquitectos tienen completa libertad para proyectar, sin un cliente en particular.
En febrero de 2010 y en marzo de 2011 se produjeron dos de los mayores terremotos históricos desde que se realizan registros. El primero de ellos fue de una intensidad de 8,8 Mw y tuvo lugar en la región de Ñuble (Chile), mientras que el segundo fue de 9,0 Mw y se originó en la costa de Honshu (Japón). Ambos seísmos estuvieron acompañados de tsunamis, los cuales fueron muy destructivos para las costas de ambos países. Especialmente dramático resultó el cataclismo japonés, al que añadió el accidente producido en la central nuclear de Fukushima.
Después de este shock, se planteó ampliar el proyecto a través de una Etapa 3 que contaría con 8 arquitectos japoneses, y una Etapa 4, con 8 arquitectos chilenos entre los que se encuentra ELEMENTAL. Para llevar a cabo estas dos nuevas etapas se adquirió un terreno de 106.000 m2 y 600 metros de un frente costero lleno de pequeños acantilados o quebradas. Nació así la fase conocida como OchoQuebradas, en la que los 16 arquitectos y arquitectas diseñarían 16 casas de fin de semana asomadas a la costa pacífica, sobre un plan maestro diseñado por el urbanista chileno Roberto Moris.
El acantilado en el que se posa la casa Ocho Quebradas es un balcón asomado al Cinturón del Fuego del Pacífico, que concentra el 90% de los terremotos producidos en el planeta, desencadenando fenómenos en efecto dominó. La bravura del océano Pacífico choca con las rocas ennegrecidas de origen volcánico. Los cuatro elementos de la naturaleza (fuego, agua, aire y tierra) se mezclan en esta frontera tectónica generada por los movimientos convergentes entre la Placa de Nazca y la Sudamericana.
La posibilidad de disponer de un refugio de fin de semana nos permite apartarnos de la aceleración de la vida urbana. Esa desconexión se traduce en la posibilidad de un reencuentro con nosotros mismos, en el que despojarnos de las superficialidades de la vida moderna y retrotraernos a un pasado más básico, una forma de habitar que subraye lo primario.
La propuesta de Alejandro Aravena es sencilla. Tres volúmenes prismáticos de hormigón visto evocan la brutalidad rocosa de su entorno. El primer prisma está apoyado en la cara de mayor superficie y vuela ligeramente sobre el acantilado, como si fuera una plataforma sobre el Pacífico.
Se llega al plano superior traspasando la grieta que dejan los dos primas verticales, los cuales no llegan a tocarse. La entrada tiene algo de cavernario, sensación que se incrementa cuando descendemos a esta gruta hormigonada a través de una escalera de caracol. En el nivel inferior se desarrolla el programa público de la vivienda (salón-comedor + cocina) al que se añade el uso privado que complementariamente le pudiera dar un usuario ocasional (dormitorio principal + vestidor + baño).
Como espacio central se sitúa el fuego, elemento dominado por el ser humano desde hace cientos de miles de años, y que transforma un espacio cubierto en hogar. Aravena se quiere alejar de la idea de fuego domesticado tal y como lo entendemos en las viviendas contemporáneas. Idea una estancia-hogar, un espacio en el que se pueda disfrutar de las llamaradas desde nuestro imaginario más arcaico. Un fuego que sea calefactor contra las noches frías y en el que cocinemos sobre el fogón tal y como hicieron nuestros ancestros.
Un segundo prisma levemente inclinado y de menor tamaño se empotra en el plano superior del primer volumen. Completamente hueco, cumple la función de evacuador del humo generado por el hogar. No es una chimenea si no una apertura de la cubierta hacia el cielo. En ese sentido, recuerda a la sencillez del fogón en la ruka mapuche, uno de los pueblos originarios de lo que hoy conocemos como Chile.
El tercer prisma, de unas dimensiones más cercanas al primero que al segundo, se apoya sobre aquel volumen. Es eminentemente vertical y cuenta con cuatro niveles, a los cuales se asciende a través de una escalera. El primer nivel coincide de la cubierta plana transitable, y es el plano de acceso o cota 0. Es una planta de servicio, con una logia a la que se accede desde el exterior y una pequeña habitación de servicio con baño. En el segundo y tercer nivel se sitúan dos dormitorios para invitados con baño completo. Por último, se remata con un solárium protegido por un muro perimetral en el que se encastra un jacuzzi desde el que relajarse admirando el paisaje costero.