
Premio de Arquitectura de Castilla y León 2020-2021
La XII edición de este premio de arquitectura ha estado marcada por la pandemia de la COVID-19 con trabajos realizados en 2020 y 2021.
No se puede empezar esta entrada sin recordar una triste noticia; el pasado Abril falleció Luis Ruano Arnaiz, a los 45 años de edad. Tomando el testigo de su padre, era director general y gerente de Prehorquisa, que, aunque no es la primera empresa que hace hormigón arquitectónico industrializado en España, sí una de las primeras y una de las más relevantes en la difusión del material, convertido en uno de los acabados exteriores más extendidos en los grandes desarrollos de obra nueva en la actualidad.
Uno de los debates más habituales de la industria del hormigón prefabricado pesado, ha sido ponerse un nombre para autodenominarse y dirigirse al mercado de una manera reconocible y atractiva, pero que no tuviese connotaciones peyorativas.
La palabra prefabricado, es bienvenida en la edificación industrial y terciario-comercial desde hace mucho, pero está proscrita en vivienda residencial, por recordar a los usuarios a los sistemas constructivos de ejecución rápida, asociada a mala calidad (no es cierto) y bajo precio (tampoco es cierto).
Las palabras modular o industrializado, son hoy día las dos más usadas, aunque lo cierto es que la palabra prefabricado se ajusta muy bien a la realidad y nunca debió estar (tan) mal vista.
El hormigón arquitectónico es un material maravilloso en mucho sentidos; combina robustez, gran diversidad de acabados que no requieren mantenimiento (limpiando una fachada 20 años después de ser ejecutada con agua a presión la hace lucir como el primer día), minimiza las juntas y permite ejecutarse con rapidez y total trazabilidad del proceso (se puede saber el detalle de cada pieza colocada en obra: hasta el día que nació).
Además tiene la belleza de los materiales puros. En ocasiones, luce tan perfecto, que incluso llega a perder esa belleza intrínseca del hormigón, con sus destonificaciones e imperfecciones naturales y aleatorias.
Sus diferentes posibilidades y combinaciones dan movimiento a la fachada y en ocasiones hace parecer que cambia de color, jugando con la posición del sol y proyectando sombras desiguales a través de sus texturas.
Al otro lado tenemos un material muy pesado, lo que le impide, entre otras cosas, funcionar como una fachada ventilada. Piezas que pueden tener sin despeinarse 5 toneladas de peso, apoyadas en 2 puntos del forjado y generando por tanto cargas puntuales de 2 a 3 toneladas.
A pesar de que esa robustez le imprime carácter y un aspecto potente, el peso plantea problemas de dimensionado de las estructuras y sobre todo de los medios auxiliares que se requieren para su colocación, teniendo en cuenta que son materiales especialmente indicados para vivienda colectiva, donde acceder a ciertas alturas o a ciertas fachadas con grúas de gran tonelaje puede ser muy caro o complicado.
Esto ha generado un hueco al GRC, que compite en aspecto, pero es mucho más ligero y a la vez más frágil (y si queréis articial). Quizá el hecho de que una combinación de ambas prestaciones sea lo ideal, ha hecho que muchas de las empresas que desarrollan hormigón arquitectónico, ahora también hagan GRC.
Acabar hablando de Miguel Misac, si de hormigón arquitectónico industrializado se trata, es lo justo. De él se puede decir, no sólo que ideó una forma de producirlo, sino casi, que se lo inventó como material industrializado. Y varias obras maestras firmadas por él con soluciones constructivas increíbles, son historia viva de la arquitectura del último siglo.
El monográfico sobre él de Arquitectura Viva es una pequeña joya que recomiendo tener.