La ampliación de la Gipsoteca del Museo Canoviano con sede en Possagno, Italia (1955-57) fue la excusa perfecta para que Carlo Scarpa proyectase un espacio expositivo tomando la luz natural como leitmotiv.
Detalle de una de las “cajas de luz” de la Gipsoteca del Museo Canoviano (Seier, J.K., 2012).
El italiano Antonio Canova es uno de los referentes en la escultura neoclásica de finales del S. XVIII y principios del S. XIX. Nacido en 1757 en Possagno, fue en esta localidad del noreste de la península itálica donde se creó a los pocos años de su muerte un museo en su honor (BUZAS & CARMEL-ARTHUR, 2014).
Al lado de su casa natal en la que mantuvo su taller hasta sus último días, se construyó en 1836 un edificio de panta basilical y estética clasicista, obra de Giuseppe Segusini, con el objetivo de albergar la colección escultórica, así como diversos dibujos, bocetos, y modelos . El elevado número de obras almacenadas, llevó a la necesidad de plantear una ampliación de la sección dedicada a gipsoteca, o colección de modelos realizados en yeso y que servían al artista como ensayo previo a su materialización definitiva en piedra.
El peso de la preexistencia
Aprovechando la cercanía del bicentenario del nacimiento del escultor se encargó al arquitecto veneciano Carlo Scarpa el diseño de una ampliación de la gipsoteca en un terreno contiguo y que se desarrollaba en una pendiente.
De la misma forma en la que un curso de agua se adapta a su lecho de piedra, moldeándolo con el paso de la corriente, así se concibe la ampliación de la gipsoteca. La nueva pieza arquitectónica no se entiende disociada del volumen neoclásico de Segusini, y se amolda perfectamente a la fachada oriental de la basílica, ocupando una franja estrecha de terreno.
Los conceptos sobre los que se va a apoyar el proyecto son:
Preexistencia: la presencia del edificio primigenio del museo va a marcar la forma en la que se accederá a la ampliación. Scarpa va a proponer un edificio con una escala muy inferior a su vecino, por lo que la transición de uno a otro es un punto clave.
Luz natural: Nos anuncia el abandono de un espacio para adentrarnos en otro. Se utilizar para enfatizar sensaciones a través de la intensidad lumínica.
Escalonamiento espacial: Tanto en planta como en sección se producen diferentes quiebros y cambios de cota. Longitudinalmente la sala va descendiendo de forma escalonada hasta terminar en la lámina de agua.
Tensión diagonal: el espacio interior se entiende tangencialmente a través de perspectivas diagonales que conectan visualmente los diferentes ámbitos expositivos.
Interior del edificio basilical del Museo Canoviano, obra de Giuseppe Segusini (Seier, J.K., 2012).
Scarpa explicaba que las piezas de yeso, blanquecinas pero sin el brillo que otorgan materiales más nobles como el mármol, necesitarían de “luz, mucha luz” (MIOTTO, 2004, pág. 51). Las nuevas salas expositivas tendrían que inundarse del carácter especial que insufla la luz cenital. Las piezas de yeso estarían en su mayoría, expuestas en vitrinas de cristal, a la vez que las propias salas resultarían una especie de vitrinas a mayor escala.
Interior de la ampliación de la Gipsoteca del Museo Canoviano (Guthrie, P., 2010).
Detalle luz cenital entre las vigas (Guthrie, P., 2010).
Interior de la ampliación de la Gipsoteca del Museo Canoviano. Sala alta con vitrinas. (Guthrie, P., 2010).
Exterior de la ampliación de la Gipsoteca Canoviana.
El yeso, para lograr su transformación en una pasta modelable, necesita hidratación y el calor del sol para su posterior fraguado. De forma análoga Scarpa consideró que la mejor forma de hacer un espacio dedicado exclusivamente a este material era a través de la omnipresencia de la luz natural, para que las piezas no olvidaran su origen de agua y sol.
La lámina de agua marca el fin del recorrido expositivo de la gipsoteca, y los reflejos acuáticos resultan una sugerente invitación a observar la copia en yeso de Las tres gracias (DEL CORRAL DEL CAMPO, 2008, págs. 150-151).
Es de sobra conocida la íntima conexión que mantienen los venecianos con el agua. Carlo Scarpa seguiría demostrando este vínculo en obras posteriores como la Fundación Querini Stampalia (1961-63) o el complejo monumental de la Tumba Brion (1969-78).
Bibliografía
BUZAS, S., & CARMEL-ARTHUR, J. (2014). Carlos Scarpa. Museo Conoviano, Possagno. Londres: Edition Awel Menges.
DEL CORRAL DEL CAMPO, F. J. (2008). Las formas del agua y la arquitectura de Carlo Scarpa. Universidad de Granada, Expesión Gráfica Arquitectónica y en la Ingeniería. Granada: Editorial de la Universidad de Granada.
MIOTTO, L. (2004). Carlo Scarpa. I musei. Universale di Architettura. Testi & Immagine(151), 51.
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